martes, 4 marzo, 2025
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La pasión de Mateo: el bailarín y actor que entrega el alma en Sapucay

No existen impedimentos a la hora de cumplir nuestros sueños. Ese es el mensaje que deja la historia del pequeño artista que brilla en el carnaval. Un despliegue actoral y un esfuerzo físico sin registros en un pequeño correntino de tan solo 8 años.

La vida de Mateo Gómez dio un giro inesperado cuando apenas tenía 5 años y comenzaba a dar sus primeros pasos en el mundo de la danza. Una intervención quirúrgica que salió mal, en la zona de la columna vertebral, le quitó la posibilidad de caminar. Un golpe emocional muy fuerte que lo afectó a él y a toda su familia.

Sin embargo, el pequeño no se dio por vencido y siguió intentando cumplir su sueño. Luego de mucho esfuerzo y práctica, se convirtió en una de las figuras principales de Sapucay. Su historia es un ejemplo de superación y demuestra que nada es imposible.

Bajo el tema “Sapucay de otro mundo”, la comparsa se adentra en un viaje hacia las raíces guaraníes y su conexión con la tierra. En el show de comparsas Mateo era Mitaí, un indio guaraní que salió en busca de su madre tras ser raptada por los imperialistas. Por otro lado, en las noches de desfile por el corsódromo, se desempeña como banderillero.

EL PEQUEÑO JUNTO A SU MAMÁ EN UNA DE LAS ESCENAS DEL SHOW DE COMPARSAS.

La mamá de Mateo y madrina de Batería de Sapucay, Anneth González, contó, en una entrevista con diario época, que su hijo sufría una escoliosis por lo que fue operado en un hospital de Capital. Lamentablemente, la intervención salió mal y los médicos no solo que no corrigieron la desviación en su columna vertebral, sino que le inmovilizaron las piernas. “Hasta los cinco años él podía caminar, incluso se presentaba a competencias de baile”, recordó.

El jovencito desarrolló un gusto especial por el baile desde sus primeros días, ya que Anneth es profesora de danza. También tiene intereses por la música y la actuación. “Quiere ser un artista y se imagina trabajando en una película en el futuro”, sostuvo la mamá.

MATEO TIENE 8 AÑOS.

Y si hablamos de futuro, el pequeño piensa seguir ligado al carnaval y confía en que vendrán nuevas oportunidades para seguir expresándose a través del baile y el teatro. Su pasión por los corsos es sencilla de intuir ya que su padre, Macelo Gómez, es director de la Batería del Gallo. Sus padres se conocieron en Samba Total.

“Mateo está muy feliz porque cumplió uno de sus sueños. A su vez, la gente le pide fotos, le brinda aplausos y felicitaciones. En tanto, cuando pasa por el corsódromo recibe aliento y lo filman”, describió sobre el reconocimiento del público.

El año pasado, especialistas del hospital Garrahan de Buenos Aires lograron corregir su columna vertebral. “Hasta el día de hoy no volvió a sentir sus piernas, pero puede que las recupere más adelante”, agregó Anneth. El niño asiste a la Escuela Normal y hace terapia de rehabilitación.

Después de verse afectada su movilidad, Mateo tomó una personalidad más introvertida y lo afectó emocionalmente. Sin embargo, su paso por la comparsa y los ensayos para el show le dieron más confianza. “Lo más importante es que él sigue con esa energía positiva pese a las vicisitudes de la vida. Ahora volvió a ser el Mateo de antes de los cinco años”, expresó.

Mateo pasó por Arandú Beleza y Copacabana. Y cuando cumplió 6 años ingresó a Sapucay y este es su tercer año consecutivo en la comparsa. La dirección, a cargo de Guillermina Velazco, decidió que él sea uno de los puntos fuertes del espectáculo.

Así se lo pudo ver actuando junto a su mamá con un gran profesionalismo. Desplegó todo su talento actoral y dio hasta su último esfuerzo para mover su silla de ruedas y seguir el ritmo de un espectáculo de alta exigencia.

La inclusión del jovencito como parte principal del show de comparsas tiene un mensaje más profundo de acuerdo a sus familiares. “Es una muestra para aquellos chicos que están en la misma situación de que siempre pueden hacer lo que les gusta”, cerraron desde el circulo íntimo.

Mateo expresa en el escenario aquella esencia más pura, esa entrega completa y eterna del alma de un comparsero. Su inconmensurable esfuerzo tiene simples recompensas: reír, ser incluido y volverse uno de los niños más felices del mundo.

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