Antes de las elecciones, el Banco Central ya había trazado su nueva hoja de ruta para el «segundo tiempo» del mandato de Javier Milei. Para el organismo, pasada una etapa de estabilización de la economía, la transición posterior a la salida del cepo cambiario, desde el año que viene comenzará la fase III que incluye la «remonetiazación de la economía» vía mayor compra de reservas internacionales.
Esta idea surge de una presentación que el vicepresidente del BCRA. Vladimir Werning hizo en Washington a mediados de octubre y que fue publicada por la autoridad monetaria este miércoles Bajo o el título “From Stabilization and Transition to Demand-led Re-monetization” ( de la estabilización a la remonetiazación) el documento describe un plan de tres etapas que busca consolidar la salida del régimen de alta inflación y avanzar hacia una recuperación sostenida de la demanda de pesos.
Según detalló Werning, en la primera fase del programa, durante 2024, el Central trabajó en cortar el financiamiento monetario al Tesoro y eliminar el exceso de pesos heredado. El segundo de Bausili explicó que la opción de un esquema de metas de agregados monetarios permitió bajar la inflación a ritmo acelerado, mientras se normalizaron los precios relativos —particularmente tarifas y bienes importados— y se corrigieron los desequilibrios fiscales y cuasifiscales.
En esa hoja de ruta, este año fue el de la transición a un esquema más libre. El foco fue adaptar la política monetaria a un contexto de apertura cambiaria y liberalización financiera, en un año electoral marcado por alta volatilidad. Entre los hitos de 2025, Werning destacó la liberación de los controles de capital y la adopción de un esquema cambiario de flotación entre bandas. También la controvertida eliminación de las LEFI (Letras Fiscales de Liquidez), hecho que explicó permitió pasar de un esquema de control pasivo de liquidez a operaciones de mercado abierto.
Para el funcionario, el resultado positivo de ambas estrategias es que las expectativas de inflación se mantuvieron ancladas, y el BCRA logró evitar una desestabilización del tipo de cambio. Sin embargo, reconoció que la demanda de dinero cayó y el Central tuvo que responder con una política monetaria contractiva y aumentando los encajes bancarios.
Sin embargo, Werning aseguró que a partir de 2026 el esquema inicia una nueva etapa. Con la estabilización avanzada y un sistema financiero más profundo, el BCRA anticipa un crecimiento genuino de la demanda de pesos.
Ese proceso, según el informe, podrá financiarse con: “Dinero interno” (inside money): hoy limitado por el equilibrio fiscal y lo más importante: dinero externo” (outside money): compras de reservas no esterilizadas, a medida que el país recupere acceso a los mercados internacionales.
El documento destaca que la Argentina llega “sub-monetizada” —la base monetaria cayó a 2,6% del PBI en 2024, frente al promedio histórico de 8,7%—, lo que brinda margen para crecer sin reactivar presiones inflacionarias.
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Como ejemplo de esto, Werning citó el caso de Israel, que a finales de la década de 1980 consiguió dejar atrás una economía hiper inflacionaria, de más de 400% anual; y en cinco años, la inflación bajó a un dígito, y el sistema financiero se re-monetizó (creció la demanda de dinero y crédito).
