El discurso pronunciado por Nicolás del Caño este miércoles en el Congreso:
En primer lugar, quería saludar la enorme movilización que hoy se está desarrollando. Nosotros participamos, junto a jubiladas y jubilados, todos los miércoles, cuando vienen a reclamar por sus haberes de hambre y miseria. Hoy están junto al colectivo de personas con discapacidad, junto a médicas, médicos, trabajadores y trabajadoras del Hospital Garrahan, junto a trabajadores precarizados de la feria de La Salada, y a muchísimos sectores que están peleando. También está el colectivo Ni Una Menos, que decidió movilizarse hoy —un día después del 3J, a 10 años de esa fecha— para confluir con esas jubiladas que todos los miércoles son reprimidas por la brutalidad de este gobierno y de Patricia Bullrich, como lo somos todos los que estamos en las calles movilizándonos.
Entonces, si hoy estamos debatiendo esto, es gracias a esa tenacidad y a esa lucha.
Quiero decir, presidente, que, obviamente, el sector de los adultos mayores ha sido una de las principales víctimas de la motosierra de este gobierno. Uno de cada cuatro pesos recortados ha sido del sistema previsional, a esos jubilados a quienes también se les recortó la cobertura del 100% de los medicamentos, que han aumentado muy por encima de la inflación.
Uno escucha al presidente decir que las jubilaciones han acompañado a la inflación, pero se olvida de que la mayoría de las jubilaciones, las mínimas, tienen un bono congelado de 70.000 pesos, un porcentaje muy importante del haber total, congelado desde marzo de 2024. Una licuación brutal.
¿Saben cuánto debería ser ese bono si se hubiera aplicado la fórmula de actualización por inflación de este mismo gobierno? Debería estar por encima de los 160.000 pesos.
Y aprovecho para decir que nuestro planteo, respecto al dictamen de mayoría, es que no se actualice ese bono a 115.000 pesos, como allí figura, sino a 160.000 pesos, que es lo que correspondería.
Los extras que se lleva la prefectura por venir a reprimir a las y los jubilados todos los miércoles.
Mucho más que un haber mínimo.
Esto hace la ministra criminal Patricia Bullrich. pic.twitter.com/BtTz0N2JHj— Nicolas del Caño (@NicolasdelCano) June 4, 2025
Entonces, presidente, acá escuchamos —y también lo vimos en programas de televisión y redes sociales— al presidente de esta Cámara decir que quienes planteamos garantizar una jubilación que alcance a millones de jubiladas y jubilados somos unos «degenerados fiscales». Que esto es un costo altísimo, ¿no? Un costo fiscal altísimo. Entonces, el cuentito de que «no hay plata» se vuelve a repetir.
Dice, por ejemplo, que son 12.000 millones, o lo equivalente al 1,8% del producto. Eso dijo el presidente de esta Cámara.
Y yo digo: les voy a dar algunos datos para que vean que hay enormes recursos que podríamos obtener para dar no solamente el aumento planteado en el dictamen de mayoría, sino también para atender la emergencia en discapacidad o la ayuda a las familias que han sufrido las inundaciones, que es lo que engloba ese 1,8% del producto.
Por ejemplo, los pagos de intereses de la deuda, en promedio, entre 2020 y 2024 costaron 2,2% del producto. Solo con eso, con los servicios totales de la deuda —capital más intereses—, el promedio fue del 12% del PBI.
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Entonces, ¿quién se está llevando la plata de los jubilados y de los trabajadores que están siendo despedidos con la motosierra en todos los sectores del Estado? ¿La salud pública, a esos residentes a quienes no les quieren aumentar lo que corresponde? ¿Quién se lleva esa plata? El capital financiero, esa deuda impagable que todos los gobiernos han reconocido.
Hay muchos más recursos. Nosotros planteamos que la jubilación mínima debería cubrir la canasta básica del jubilado, que calcula la Defensoría de la Tercera Edad de la Ciudad de Buenos Aires por encima del millón de pesos, aproximadamente 1.200.000.
Y recursos hay, por supuesto, si se afectan los intereses de los grandes grupos empresarios. También proponemos restituir los aportes patronales al 33%. Hoy están en el 16%, en el cálculo más generoso. Permanentemente, en este Congreso, gobierno tras gobierno, se han votado reducciones de contribuciones patronales. Siempre beneficios que desfinancian el sistema previsional, y luego le echan la culpa al trabajador.
Escuché a un diputado decir una barbaridad: que el trabajador no registrado tiene la misma responsabilidad que el empresario por no haber hecho aportes. ¿Estamos todos locos? Esos trabajadores son obligados a aceptar condiciones de precarización e informalidad porque no les queda otra para comer. Salvo que se viva en una nube, como la diputada libertaria que ayer dijo que con 360.000 pesos se podía vivir bien.
No solo desconoce la canasta básica total calculada por el INDEC —tanto para una persona como para una familia tipo—, sino que además parece que no va al supermercado, no paga alquiler, no va al almacén, no tiene ni idea de lo que cuesta vivir.
Decir que con 700.000 pesos que gana un residente se puede vivir perfectamente es un insulto a la mayoría de las clases trabajadoras. Y como se ve en la enorme movilización en las puertas del Congreso, ese malestar se está expresando de manera creciente.
Hoy también se plegaron los residentes del Hospital Posadas al reclamo por el aumento y la actualización salarial.
Entonces, presidente, acá hay recursos de sobra. Fíjese: Marcos Galperin y todo lo que es la economía del conocimiento, que todos los bloques votaron para beneficiar con permanentes exenciones impositivas, reciben el equivalente al 0,6% del producto. Es decir, el doble de lo que el presidente de esta Cámara puso en Twitter que se va a destinar al gasto en discapacidad.
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Nos dicen que no hay plata, nos llaman «degenerados fiscales», pero miren ustedes a quiénes les dan la plata. Claro que hay beneficios.
Pero no se los quieren dar a las personas con discapacidad ni a sus trabajadoras y trabajadores, que están reclamando porque les pagan con cuatro meses de atraso y una miseria. Pero cuando se trata de Marcos Galperin, ahí sí: a dos manos. Todos los bloques están de acuerdo, viene, se vota.
Pagar la deuda fue pagar una deuda fraudulenta, la de Macri. El gobierno anterior la reconoció. Algunos diputados dicen: “Este problema no es de ahora.” Por supuesto que no es de ahora.
Nosotros planteamos no solo un haber mínimo igual a la canasta básica del jubilado, sino también la recomposición del 100% de todos los haberes. Porque se decía: “el bono es para los de la mínima”, pero durante el gobierno de Alberto Fernández —después de Macri, que cambió la fórmula de movilidad para ajustar a los jubilados— se decretó una emergencia para eliminar la fórmula anterior y dar aumentos por decreto.
Se les dio un bono a los jubilados de la mínima, pero a 2 millones de jubiladas y jubilados se los excluyó mediante bonos discrecionales a la baja y una fórmula de movilidad que este Congreso votó. El bloque oficialista en aquel momento —hoy Unión por la Patria— se negó a acompañar nuestra propuesta de cláusula de garantía por inflación. Es decir, que si la fórmula daba por debajo de la inflación, se aplicara inmediatamente una cláusula para no perder poder adquisitivo.
Se negaron a votarlo. Resultado: los jubilados que no recibieron bonos perdieron 37 puntos con Alberto Fernández. Con Macri habían perdido 20.
Siempre los jubilados son la variable de ajuste.
Este gobierno llegó diciendo que iba a ajustar a la casta, pero a quienes está ajustando brutalmente es a los adultos mayores, a los que trabajaron toda la vida.
Entonces, sí hay recursos. Pero para ello hay que afectar los intereses de los grandes grupos capitalistas y terminar con los curros. Porque los verdaderos curros son los que hace Caputo: sostener el carry trade, sostener toda la fiesta financiera que hicieron, con ganancias del 30 o 40% en un año y medio.
Con ese costo, podríamos darle a los jubilados lo que se merecen. En vez de seguir engordando a esos parásitos que son los especuladores financieros, podríamos ampliar los derechos de los jubilados, los trabajadores de la salud y del pueblo.
Y encima el gobierno destina miles de millones a operativos policiales que no solo repudiamos, sino que son intimidatorios para todas las diputadas y diputados que acompañamos las movilizaciones. Tenemos gendarmes adentro del Anexo, en la calle. Parece que estuviéramos en un estado de sitio.
Uno llega al Congreso un miércoles y ya no es cuestión del tránsito: las movilizaciones empiezan a las tres de la tarde, pero desde las nueve de la mañana está todo cortado. Lo corta Bullrich con efectivos.
Insisto: cada cartucho de gas lacrimógeno cuesta la mitad de una jubilación mínima. ¡Imagínense! Con 3.000 jubilaciones mínimas podríamos cubrir el costo de esos operativos. Es increíble.
Entonces, presidente, nosotros planteamos en nuestro dictamen estas distintas propuestas: el 82% móvil, y muchas otras cuestiones que hemos elaborado en común con distintas organizaciones de jubiladas y jubilados, con los que nos movilizamos todos los miércoles y con quienes damos esta batalla.