jueves, 11 diciembre, 2025
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UCR nacional: Valdés pica en punta para presidir y crece el clamor por un cambio de época

El Gobernador correntino acumula apoyos clave, desde el «Grupo Malbec» hasta figuras históricas como Cobos, y se perfila como el sucesor natural para oxigenar al partido. Mientras el Senador nacional por Caba prepara su salida tras dos años de conducción solitaria y choques constantes, la discusión de fondo ya no es sólo quién lidera, sino cómo pararse frente al fenómeno libertario: ¿alianza incondicional o identidad propia desde Provincias Unidas?

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El próximo 12 de diciembre, la Unión Cívica Radical (UCR) se dispone a cerrar un capítulo y, posiblemente, a inaugurar otro muy distinto. La convocatoria al plenario de renovación de autoridades no es un trámite administrativo más en la sede de la calle Alsina: es el certificado de defunción de una etapa marcada por la confrontación interna y la búsqueda de un nuevo liderazgo que sepa leer el mapa político actual.
En este escenario de barajar y dar de nuevo, todos los caminos parecen conducir a Gustavo Valdés. El mandatario correntino, que transita sus últimos días de gestión antes de traspasar el mando a su hermano Juan Pablo, regresa de su gira por India con el traje de candidato casi puesto. No es para menos: ostenta una cucarda que pocos en el radicalismo pueden mostrar hoy. Fue el único capaz de romper la polarización y vencer a los candidatos de Javier Milei en su propio territorio, reteniendo la Gobernación y ganando la legislativa nacional bajo el sello de Provincias Unidas, sin caer en la sumisión libertaria.

UN LIDERAZGO «A CONTRAPIERNA»

La salida de Martín Lousteau de la presidencia del Comité Nacional partidario se vive puertas adentro con una mezcla de alivio y pase de factura. Su gestión, iniciada hace dos años bajo el ala de Gerardo Morales, termina desgastada por lo que muchos correligionarios definen como una falta de sintonía fina con la realidad del interior.
El Senador porteño optó por un perfil de opositor duro, defendiendo banderas como el financiamiento universitario, pero su construcción política adoleció de una falla estructural: la soledad.
Lousteau no logró contener a los gobernadores ni alinear al bloque en el Senado, donde a menudo votó en disidencia con sus propios pares, como el libreño «Peteco» Vischi.
La crítica de Valdés fue lapidaria y resumió el sentir de buena parte de la dirigencia federal: «Fue una conducción a contrapierna. La mayor parte del partido tenía una visión distinta a la del Presidente», dijo. Así, Lousteau se va sin haber podido tejer una red de contención, pagando el costo de enfrentarse tanto a la Casa Rosada como a los «caudillos» provinciales que pedían pragmatismo.

Apoyos explícitos y el desafío federal

El operativo clamor ya empezó. La senadora radical por Corrientes, Gabriela Valenzuela fue la primera en oficializar la propuesta en el plenario de delegados. En una movida quirúrgica, utilizó las redes destacando la capacidad de diálogo del correntino. Y los apoyos trascendieron las fronteras provinciales: pesos pesados como Julio Cobos y el senador fueguino Pablo Blanco ya salieron a pedir públicamente por Valdés, viendo en él la síntesis necesaria entre gestión y visión federal.
El desafío para el próximo presidente de la UCR será titánico: unificar un partido fracturado entre los «libertarios por adopción» y los defensores de una identidad propia en Provincias Unidas.
Si Valdés lograse capitalizar su éxito electoral y su independencia de criterio, podría ser el encargado de devolverle al radicalismo el rol de protagonista que perdió entre internas estériles y crisis de identidad.

Reconfiguración del poder

Con Lousteau fuera de juego y Maximiliano Abad descartado por su propio entorno, la disputa se centra en los gobernadores. Aquí es donde la figura de Valdés cobra volumen propio, diferenciándose incluso dentro del extinto «Grupo Malbec».
Mientras Alfredo Cornejo (Mendoza) y Leandro Zdero (Chaco) optaron por sellar alianzas explícitas con La Libertad Avanza -convirtiéndose en referentes de los «radicales con peluca»-, Valdés eligió el camino de la autonomía. Su rechazo a las «condiciones leoninas» de Karina Milei para un acuerdo electoral en Corrientes (que implicaba ceder la cabeza de fórmula) no sólo demostró carácter, sino que validó una tesis política: se puede tener diálogo sin entregar las llaves del partido.
Aunque Cornejo suena fuerte, desde su entorno aseguran que el mendocino no quiere volver a cargar con la mochila de la conducción nacional mientras gestiona su provincia. De hecho, las señales indican que estaría dispuesto a bendecir a Valdés, cerrando filas detrás de un liderazgo que garantice gobernabilidad y peso territorial.

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