El salón principal Centro de Convenciones convocó a una nueva edición del Coloquio de la Unión Industrial de Córdoba (UIC) que fue epicentro de un debate profundo sobre el presente y futuro del aparato productivo argentino. Economistas, políticos y empresarios compartieron tribuna, pero la coincidencia fue casi unánime: la industria está lejos de desplegar su potencial y las cuentas pendientes se acumulan.
Diego Coatz, economista jefe de la Unión Industrial Argentina (UIA), ofreció un diagnóstico contundente. Recordó que la Argentina arrastra un problema histórico de estancamiento industrial. “Hace décadas que nos cuesta crecer a nivel industrial. A diferencia de otros países, donde la industria puede perder participación en el PIB, pero crece en términos absolutos, en nuestro caso la producción ajustada por población muestra una caída muy relevante desde 2011”, subrayó.
El dato es inquietante: la industria, que representa entre el 17 y 19% del PBI, genera casi el 20% del empleo formal, con salarios un 30% superiores al promedio, y explica alrededor del 60% de las exportaciones si se suma la agroindustria. Sin embargo, no logra consolidar un sendero de crecimiento sostenible.
Un sector asfixiado. El planteó de Coatz buscó remarcar la importancia de sostener a la industria como motor de desarrollo, al tiempo que desmenuza las trabas que impiden su expansión. La lista es extensa: una macroeconomía volátil, con inflación promedio superior al 50% y devaluaciones recurrentes; financiamiento prácticamente inexistente para las empresas; presión tributaria desproporcionada sobre el sector formal —que llega al 52% cuando se corrige por informalidad— y un sistema logístico deficiente, donde apenas el 5% de la carga se transporta por tren.
“Argentina es número uno en alícuotas de la mayoría de los impuestos a nivel global. Y en una economía donde la industria compite en mercados internacionales, eso puede dejarte fuera de carrera con solo una tasa municipal”, alertó Coatz.
Pese a todo, el economista destacó la resiliencia del entramado industrial, que no solo genera empleo sino también impulsa investigación y desarrollo, sostiene la recaudación y aporta a la diversidad productiva del país.
El “Nuevo Contrato Productivo”: la propuesta de la UIA
En ese marco, la UIA aprovechó el Coloquio para presentar su “Nuevo Contrato Productivo”, un documento que busca convertirse en hoja de ruta para el diálogo con el Gobierno nacional.
El texto se estructura en un decálogo que plantea las prioridades del sector:
- Estabilidad macroeconómica y orden fiscal.
- Institucionalidad y diálogo público-privado.
- Competitividad sistémica, con reformas tributarias y mejoras en infraestructura.
- Inserción internacional inteligente, fortaleciendo el Mercosur y nuevos acuerdos.
- Desarrollo federal, con integración de las economías regionales.
- Modernización laboral, reduciendo la litigiosidad y promoviendo la formalización.
- Acceso al financiamiento, especialmente para pymes.
- Inversión en infraestructura y logística.
- Capacitación, innovación y tecnología.
- Ética y sustentabilidad, con compromiso ambiental y social.
“Necesitamos un entorno de previsibilidad y reglas claras que incentiven la inversión, el empleo y la competitividad. No se trata solo de corregir desequilibrios macro, sino de encarar una agenda de largo plazo”, insistieron los dirigentes de la UIA al presentar el documento.
La mirada desde la trinchera: sobrevivir al día a día
Si los diagnósticos macro y las propuestas institucionales trazan un mapa general, la voz de un industrial cordobés del sector alimenticio —que pidió hablar en off the record— aportó crudeza a la conversación.
“La industria alimenticia está con un problema serio: tenemos un costo un 25% superior al de Brasil. Ese combo de materias primas, logística, energía y mano de obra hace que elaborar acá sea 20% más caro en la misma línea de producción”, reconoció.
El empresario explicó que quienes cuentan con marca y red de distribución logran amortiguar el golpe, aunque con una fuerte caída en la rentabilidad. “El que no tiene marca ni distribución, está muy complicado. La exportación es casi inviable y la amenaza al mercado interno es permanente: te obliga a bajar precios hasta niveles que no cierran”, añadió.
El cuadro se agrava con el costo financiero: “La alimentación es mucho volumen y poca renta. Cuando tenés que financiar el giro con estas tasas, cada kilo que producís es plata que se te va”, describió con resignación.
El industrial fue más allá y apuntó al clima político. Y remarca que el Gobierno se concentra en lo fiscal y en algunas reformas macro, pero carece de un plan productivo definido. “No hay sectores estratégicos ni hoja de ruta. Entramos en un círculo vicioso. Todo depende de que la macro salga bien, pero el riesgo de que salga mal también es alto”, advirtió.
Incluso reveló que su empresa evalúa reestructurar su producción. “Estoy viendo cerrar alguna planta y concentrar operaciones. No es una decisión estratégica, sino una forma de sobrevivir. Ya no se trata de ajustar salarios o eficiencia: el debate es estructural, si seguimos o no con determinadas líneas de producción”, relató.
Una agenda que se bifurca. El Coloquio dejó en claro la brecha entre las visiones: por un lado, los economistas, la UIC y sus pares de la UIA plantean una agenda de mediano y largo plazo, con foco en competitividad, innovación y sustentabilidad. Por el otro, los industriales de base muestran la urgencia del día a día, atrapados entre costos que no pueden trasladar y la incertidumbre sobre el rumbo político.
Córdoba, polo industrial del país junto con Buenos Aires y Santa Fe, vuelve a ser un termómetro. Allí se cruzan las tensiones entre la necesidad de insertarse en cadenas de valor globales y la crudeza de sostener fábricas en un contexto de inflación, tasas de interés elevadas y presión impositiva sin respiro.
Mientras tanto, en la trinchera empresarial, la consigna es sobrevivir. “Hoy el mayor desafío es sostener el negocio”, reconocen los industriales locales. Una frase que resume el dilema de gran parte del sector: cómo resistir la coyuntura sin perder de vista el horizonte de desarrollo que se necesita.