SOCIEDAD
El hombre reveló todos los detalles sobre su lucha contra la obesidad desde muy joven.
Ariel Ansaldo, más conocido como “Big Ari” y recordado por su paso por Gran Hermano, se convirtió en uno de los nuevos participantes de Cuestión de peso.
Su incorporación al ciclo de Eltrece, conducido por Mario Massaccesi, generó repercusión inmediata por el carisma que lo caracteriza y las confesiones personales que compartió en su primera aparición.
Con 48 años y un peso inicial de 149,4 kilos, el exhermanito llegó al programa con la firme decisión de mejorar su salud y transformar su estilo de vida.
“Llegó el momento de enfrentar un gran cambio y sacrificio. Quiero mejorar mi cuerpo, mi salud y, por qué no, mi vida”, aseguró frente a las cámaras, reconociendo que no fue sencillo mostrarse vulnerable y hablar de su sobrepeso.
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Massaccesi lo presentó con humor como “el Brad Pitt de Cuestión de peso”, a lo que Ariel respondió entre risas: “Yo era hermoso, era como Brad Pitt. Rubio, pelo largo, físico estupendo, carisma… Ahora también llamo la atención, pero con unos 20 o 30 kilitos de más”.
Durante la emisión, Ariel relató que su principal debilidad son las harinas: “Me pierde la pizza, una crocante de muzzarella o una fugazzetta rellena. También las empanadas. Soy más de lo salado que de lo dulce”.
Entre sus hábitos más llamativos, confesó que todas las noches bebe un litro de leche fría directo de la botella, costumbre que mantiene desde hace años y que provocó risas en el estudio. Incluso reveló que tomó mamadera hasta los 12 años, bromeando con que se debía a campañas de lactancia de su infancia.
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El especialista Sergio Verón lo apodó “un ternero” y el conductor bromeó con darle una mamadera, en un clima distendido que marcó su debut. Sin embargo, Ariel también habló con sinceridad sobre los cambios físicos que más le incomodan: “Tengo el pubis adiposo, y el culo… yo tenía lindo culito, ahora se me cayó y tengo unos pocitos de celulitis”.
Antes de la pandemia, Ariel llevaba un peso más estable, de entre 115 y 120 kilos, y practicaba deportes como snowboard y trote. Pero el aislamiento modificó por completo sus hábitos: comenzó a comer casi exclusivamente de noche y a picotear de madrugada, lo que disparó su aumento de peso.
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