A pesar de que informes privados dan cuenta de una mejora en las condiciones financieras de Argentina, el mercado mira con cierta preocupación la evolución de dos variables clave: el riesgo país y el déficit cambiario. Mientras que el primero se mantiene estable en el rango de 650-700 puntos básicos y no logra alcanzar un nivel que permita al Gobierno de Javier Milei regresar al mercado voluntario de deuda extranjera, las proyecciones para el segundo lo ubican en torno a los -US$ 12.000 millones en 2025.
El Índice de Condiciones Financieras (ICF), elaborado por el Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF) y Econviews, registró una fuerte recuperación en mayo, al subir 33 puntos y ubicarse en 52,1 unidades. De esta manera, casi borró por completo la caída de abril, el peor mes desde octubre de 2023, y volvió a posicionarse en zona de confort.
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Mejoran las condiciones financieras pero preocupa el riesgo país
El cambio refleja una mejora tanto en el frente local como en el internacional, aunque los inversores siguen con atención dos focos de tensión: la capacidad del Gobierno para hacerse de dólares y los desequilibrios del balance cambiario, que acumuló un déficit de US$ 4.200 millones entre enero y abril de 2025.
En el plano local, el subíndice local del ICF subió 6 puntos, empujado por una baja en las expectativas de devaluación y una inflación núcleo en retroceso, según mediciones privadas. Además, destaca el reporte, el peso se mantuvo estable dentro de las bandas cambiarias en su primer mes de implementación.
El promedio del mes pasado fue de $1.149 por dólar, prácticamente en el centro del rango, lo que el mercado interpretó como un éxito del nuevo esquema. A esto se sumó una colocación de bonos “hard peso” por parte del Tesoro, suscriptos en dólares y pagaderos en pesos, que permitió al Banco Central de la República Argentina (BCRA) sumar reservas sin intervenir directamente en el Mercado Libre de Cambios (MLC).
Sin embargo, el riesgo país se mantiene en torno a los 700 puntos básicos. Esta resistencia a la baja deja en claro que entre los inversores todavía persisten las dudas respecto a la capacidad del país para conseguir dólares y cumplir con sus compromisos financieros. Las señales de alerta se encienden también en el balance cambiario, especialmente por el creciente déficit en turismo y la caída del ingreso neto de divisas.
La situación de los bancos también genera inquietud. Aunque el crédito crece en términos reales a un ritmo del 3-4% mensual, los depósitos no acompañan esa dinámica. Esto está generando tensiones de liquidez, tanto a corto como a largo plazo, lo que podría forzar al Tesoro a seguir inyectando dinero en el sistema para evitar una suba de tasas, destacaron desde IAEF.
En el frente externo, las condiciones también mejoraron, aunque siguen siendo frágiles. El subíndice internacional del ICF rebotó 27 puntos tras el anuncio de Donald Trump de pausar por 90 días la guerra comercial con China y reducir aranceles.
No obstante, la volatilidad persiste y nuevos aumentos de aranceles al aluminio y acero ya empiezan a complicar el panorama. Además, la situación fiscal en Estados Unidos volvió a generar ruido: el Congreso avanza con una reforma que podría agravar el déficit, mientras los rendimientos de los bonos del Tesoro se mantienen elevados. Todo esto configura un escenario global todavía incierto, que puede volverse cuesta arriba para un país como Argentina, con fuerte dependencia del financiamiento externo.
Por qué no baja el riesgo país
A propósito de la inflexibilidad a la baja del riesgo país, un análisis de Aurum Valores advirtió que «más allá de la solidez de la política fiscal y las mejoras en la faz monetaria lo que parecería que prevalece en el ánimo de los inversores que no permite perforar pisos previos mucho menores es la falta de compra de divisas que mejoren la fortaleza financiera del Estado«.
En tanto, un gráfico de Aurum permite distinguir un fenómeno llamativo: a mayor compra de dólares por parte del Banco Central, menor es el indicador elaborado por JP Morgan. «Actualmente la decisión del Gobierno de no comprar divisas dentro de la banda de flotación es acompañada de un estancamiento en el nivel del riesgo país», apuntan los analistas.
Al mismo tiempo, alertaron que sin una persistente compra de moneda extranjera que consolide una posición externa más sólida, la caída del índice que miran de cerca los inversionistas «será un proceso arduo y complejo«, luego de haber tocado un piso de 560 puntos básicos en la era Milei durante enero de este año.
Ante el clima negativo que se estaba generando en torno a este tema, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, salió a aclarar que el Gobierno pagará a bonistas privados los US$ 4.500 millones que vencen el próximo 9 de julio. «Argentina cumplirá con sus obligaciones en julio como hemos cumplido con todos los vencimientos que tuvimos que afrontar desde el 10/12/23 (y en condiciones mucho peores que las actuales)», juró en sus redes sociales.
En simultáneo, el BCRA anunció dos medidas para fortalecer las reservas internacionales sin necesidad de intervenir en el MLC. La primera implica un programa de colocaciones con plazos superiores a un año y un límite mensual de US$ 1.000 millones desde junio.
«Se eliminarán los plazos mínimos de permanencia para no residentes que inviertan a través del Mercado Libre de Cambios (MLC) o en colocaciones primarias del Ministerio de Economía con vencimientos superiores a seis meses», indicaron desde la autoridad monetaria.
En segundo lugar, la entidad presidida por Santiago Bausili convocó a la segunda licitación de su programa de REPOS con bancos internacionales. Luego de la colocación inicial de US$ 1.000 millones en diciembre de 2024, el plan contempla una emisión adicional de hasta US$ 2.000 millones, prevista para el 11 de junio de 2025.
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Cuenta corriente cambiaria: el otro déficit que preocupa al mercado
Por otra parte, la cuenta corriente cambiaria de Argentina lleva doce meses en terreno negativo, lo que evidencia dos desafíos centrales para la administración libertaria: mejorar la productividad y reducir el «costo argentino», además de generar mayores ingresos de divisas.
“El nivel de reservas continúa siendo escaso frente al óptimo que surge del análisis teórico para la economía argentina actual”, remarca un informe de Fundación Capital. Desde la óptica de la consultora de Martín Redrado, a la espera de los dólares que prometen las exportaciones mineras, energéticas y el régimen de incentivos a grandes inversiones (RIGI), el corto plazo plantea la necesidad de divisas para sostener la demanda y reforzar las reservas.
A pesar de un volumen de liquidaciones del agro que sólo fue superado por los años 2021 y 2022, con más de US$ 11.700 millones entre enero y mayo, el saldo de la cuenta corriente sigue siendo deficitario. Entre enero y abril el rojo acumulado ya alcanzó los US$ 4.800 millones, y se estima que para todo 2025 escalará a US$ 15.000 millones. Este deterioro se explica, en parte, por un saldo comercial más reducido, US$ 7.300 millones contra los US$ 18.700 millones de 2024, ante importaciones en alza y exportaciones que apenas crecen.
El déficit en la cuenta de servicios también se acentuó, especialmente por los egresos vinculados con el turismo y pagos con tarjeta, que acumularon un rojo de US$ 3.600 millones en los primeros cuatro meses. “La cuenta de servicios comenzó a verificar en los últimos meses un déficit más pronunciado”, precisa el reporte, que prevé un saldo negativo de US$ 11.800 millones para todo 2025. Además, el pago de intereses de deuda y otras transferencias externas sumó otros US$ 2.700 millones entre enero y abril.
Para cerrar el desequilibrio proyectado, equivalente al 2% del PBI, el equipo económico requerirá un flujo sostenido de capitales en la segunda mitad del año. El análisis de Fundación Capital calcula que, incluso con el ingreso de fondos ya anunciados del FMI, organismos multilaterales, el Bonte 2030 y el REPO de US$ 2.000 millones, restarían unos US$ 4.000 millones financieros extras que permitan acotar tensiones cambiarias. Sin ellos, el riesgo de inestabilidad cambiaria aumentaría, sobre todo en un contexto electoral con mayor dolarización de carteras y presión sobre el tipo de cambio.
MFN