Manuel García-Mansilla renunció a su cargo en la Corte Suprema después del rotundo rechazo que afrontó su pliego en el Senado. El jurista y excortesano, designado por cuarenta días mediante un decreto, le mandó una carta de 35 páginas al Senado para aclarar sus dichos y cuestionar a la Comisión de Acuerdos que preside Guadalupe Tagliaferri. “Tengo la obligación de colaborar con este proceso y su perfeccionamiento a futuro”, escribió el letrado y buscó aclarar sus palabras en la Comisión de Acuerdos el pasado 30 de agosto. Se defendió y sostuvo que hay diferencias entre la situación actual y la vivida dudante el gobierno de Mauricio Macri, cuando nombró a través del DNU 83/15 a los jueces Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz. “Se trató de un nombramiento intempestivo, sin consulta previa, y en un marco de escasa previsibilidad institucional”, porque “el nuevo gobierno no había expresado públicamente su voluntad de enviar los pliegos ni de abrir un debate en el Congreso”.
También sostuvo que los dos dictámenes de comisión presentados el 13 de marzo de 2025, “los firmantes pretendieron instalar la idea de que engañé o mentí al Senado en la audiencia pública que tuvo lugar seis meses antes, el pasado 28 de agosto de 2024. A partir de esa falsedad, en ambos dictámenes se planteó que, por esa razón, se debía rechazar el acuerdo solicitado por el Poder Ejecutivo en el marco del art. 99, inc. 4 de la Constitución nacional para nombrarme como juez en la Corte. Esos “fundamentos” se formularon en ambos dictámenes a partir de un recorte arbitrario, de una tergiversación evidente y de varias omisiones inadmisibles, de un largo intercambio que tuve con la senadora Fernández Sagasti”. Con esa explicación el exministro buscó aclarar la frase que lo hizo famoso. A la senadora mendocina de UxP le aseguró que no aceptaría ser nombrado por decreto y por comisión como lo hizo Macri, pero aceptó esa vía por parte de Milei. Así selló su suerte.